En todo el mundo cunde la estafa pacifista, que consiste en provocar violencia mientras se predica democracia.  

El presidente norteamericano, Donald Trump, siente más querencia hacia las guerras comerciales que hacia las guerras militares. Y entonces es cuando retira sus tropas de interposición en Siria y el fanático Erdogan aprovecha para invadir Siria y masacrar a los kurdos.

Esto provoca que Bashar Al-Asad se vea obligado a defender su territorio y que Vladimir Putin mantenga un más que inestable equilibrio entre Ankara y Damasco.

La querencia de la Casa Blanca a la guerra comercial dispara la violencia en Oriente Próximo

Trump prefiere las guerras comerciales a las militares pero con su pacifismo está provocando que sus aliados, Israel y Arabia Saudí, se preparen para la guerra, no contra los palestinos, sino contra Irán, un enemigo más peligroso. A Teherán le fastidia el embargo comercial pero no le asusta enfrentarse a Occidente en el mar ni acepta el embargo de su gas y de su petróleo. Es más, a una amenaza comercial responderá de forma militar, que es lo que suele ocurrir con la estafa pacifista: yo no te golpeo pero te intimido y te arruino… así que a ti no te queda otra opción que responder golpeando para romper el cerco.

Nada crea más violencia que el pacifismo porque no hay paz sin justicia… ni justicia sin perdón. De entrada, Israel y Arabia Saudí, aliados de Occidente, se preparan para la guerra con Irán.

En menor proporción, lo mismo ocurre en Cataluña: los independentistas se llenan la boca con el carácter ‘pacífico’ de sus protestas. ¡Joé con el pacifismo separatista!. Es ese pacifismo lo que ha generado el actual vandalismo en las capitales catalanas, tras la sentencia de procés. Nada más violento que el pacifismo y, sobre todo, nadie más violento que el pacifista: insulta, ofende, calumnia, intimida y amenaza, aunque lo haga con las manos levantadas. Y fuerza a la víctima a reaccionar… violentamente. Crea violencia y se retira un segundo antes del golpe. Insisto: el símbolo del pacifismo contemporáneo, Mahatma Gandhi, provocó la descolonización más violenta del siglo XX además de provocar lo que trataba de evitar con más ahínco: la ruptura de la India, que acabó repartida en tres Estados.

Quim Torra llama a la manifestación pacífica y democrática y convierte a Cataluña en el reino del gamberrismo

Las madres catalanas cortando carreteras con sus bebés en los cochecitos me recordaba al cobardón de Gandhi enviando a sus huestes pacifistas a invadir los cuarteles de las tropas británicas… que acababan golpeando a los pacifistas para evitarles la entrada.

Se trata de una estafa que recorre el mundo y que se completa con el tercer elemento de la ecuación: no hay paz sin justicia, ni justicia sin perdón. Gandhi y Torra entienden por justicia convertir la violencia pacifista en intimidación y el perdón -que implica cesión, en la parte en la que nos hayamos equivocado- en diálogo, tan a menudo inútil. Si el diálogo consiste en exigir la fecha del referéndum separatista, sin cesión alguna, el diálogo no sólo no servirá para nada sino que provoca más frustración y más violencia.

Donald Trump ha provocado la violencia pacifista en Oriente Próximo, convertido en un polvorín; Quim Torra y los indepes han convertido a Cataluña en el reino del vandalismo… pacifista. La estafa pacifista recorre el mundo.