• El Ecofin apenas avanza en el impuesto sobre las transacciones financieras, aún más desvirtuado.
  • Y eso que sólo diez de los 28 países de la UE, entre ellos Alemania, Francia, Italia y España, la apoyan.
  • El perseverante comisario económico, Pierre Moscovici, dice que espera una propuesta a finales de año.
  • Velocidad de crucero: la idea nace en 2011, estaba previsto aplicar la tasa en 2014 y se aplazó a 2017.
  • Entre poco y nada, eso es lo que ha entendido Europa de la última crisis financiera (después económica).
El comisario europeo de Asuntos Económicos, Pierre Moscovici (en la imagen), ha explicado este martes, que espera -sólo espera- que antes de final de año haya una propuesta sobre la tasa de transacciones financieras, también llamada tasa Tobin, aunque nada tendrá que ver, si finalmente sale adelante, ni con el economista que le dio nombre, James Tobin, ni con el espíritu con que fue concebida: una herramienta contra la especulación financiera. Paradojas. La cuestión estaba en la agenda del Ecofin. ¿Avances? Entre nada y menos. Y eso que lo único que se pretendía era allanar el camino para un acuerdo antes de fin de año. Nada permite aventurarlo. El objetivo, dicho sea también, es que los mercados contribuyan para remediar los costes de las futuras crisis financieras (se recaudarían unos 20.000 millones de euros). Como dijo a finales de 2015 el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang  Schäuble: "Nos preguntarán qué hemos hecho cuando llegue la próxima crisis. ¿No han aprendido nada?". Y eso que la idea nace en 2011, con el fin de recaudar unos 55.000 millones de euros, estaba previsto que las tasa se aplicara en 2014 y después, con el descuelgue de la mayoría de los países, se aplazó hasta 2017. Como decía, la propuesta, en cualquier caso, nada tiene que ver con la tasa Tobin, ni en la acción coordinada que planteaba (el problema de la especulación es global) ni su principal objetivo: acabar con la especulación en el más especulativo de los mercados, el de divisas. Sobre el primer punto, sólo diez de los 28 países de la UE apoyan la tasa, entre ellos España. Y sobre el segundo punto, el gravamen sería del 0,1% en el caso de la compra y venta de acciones y del 0,01% en la de productos derivados. Entre los países que apoyan la medida están economías fuertes, como Alemania, Francia, Italia. Y están también, pero con menos ganas, Austria, Portugal, Eslovaquia, Grecia, Eslovenia y Bélgica. Entre ellos tienen un acuerdo político y poco más. Por supuesto, Holanda y Luxemburgo, sospechosos habituales de ser paraísos fiscales, no quieren saber nada. La reunión de Ecofin, esta vez, ha estado precedida del llamamiento para que los ministros europeos de Finanzas se pongan de acuerdo. Lo lanzaron la pasada semana por carta más de 250 economistas y académicos de 24 países. Y casi sobra añadir que ese acuerdo es lo más parecido a no saber ni el color del lapicero de la última crisis financiera, convertida después en crisis económica. Es lo que quedó en evidencia en la última reunión, en diciembre de 2015, cuando se acordó que el impuesto se aplazara a 2017. Ahí seguimos. Rafael Esparza