La nueva directora del FMI apuesta por lo grande frente a lo pequeño: mal hecho.
La economía mundial perderá más de 637.000 millones de euros en 2020 por causa de la guerra comercial, asegura la nueva directora general del FMI, Kristalina Georgieva, que se estrena así en la Reunión de otoño del Fondo Monetario internacional (FMI).
Y eso mismo es lo que repiten las portadas de los diarios digitales. O sea, de los diarios. Y sólo se puede responder con otra pregunta: ¿Y eso qué significa? O bien con esta otra, más resolutiva: ¿A que no?
Y que lo pequeño, empezando por las familias, viva en la subsistencia
La economía mundial ni pierde ni gana con la guerra comercial, que no afecta a la producción de bienes sino a su intercambio. Son las personas, no l comercio, las que funcionan, dentro de la economía mundial según un juego de suma cero: lo que alguien gana alguien lo pierde. Pero es que, además, la economía gana en producción, no en facturación, que es lo que mide el PIB y que no es exactamente lo mismo. Ejemplo: existen países muy productores (Argentina) con un nivel de vida bajo mientras otros, poco productivos, como Suiza, viven en la opulencia.
La liberalización comercial, como todo el proceso de globalización, no significa que el señor Pérez venda menos, significa que vende menos en el exterior. Es lo mismo que ocurre con el conocimiento: que la gente se mueva mucho, que viaje mucho, no significa que la gente adquiera más conocimientos Puede adquirirlos sin salir de casa.
De hecho, la globalización, hasta el momento, ha tenido un carácter asimétrico: se han mundializado el capital y los productos, pero no las personas, y de ahí el drama de la emigración. Al tiempo, sólo ha servido para hacer un mundo de salarios bajos. Ejemplo: China, primera potencial mundial a costa de la explotación de sus trabajadores y a mayor gloria de la tiranía comunista que impera en Pekín.
Lo que oculta la directora búlgara del FMI es que ya no es posible mantener el Estado del Bienestar
Ni el mundo global que predica Kristalina ha sobrevivido aquel que ha sabido explotar a sus trabajadores. En Occidente a cosa del que le Estado prometa cuidar de él hasta la muerte, en Oriente, por la fuerza. En ambos lados, a costa de una reducción de salarios y de un asfixiante aumento de los impuestos para financiar el Estado del Bienestar.
Con todo respeto, señora Georgieva: su canto a la globalización comercial es un sofisma: en nombre de los pobres acentúa las desigualdades a nivel planetario y encima acentúa el esquema de que cada vez, como en todo lo que es grande (sea Estado o multinacionales) haya más proletarios y menos propietarios… y es la propiedad la que garantiza las libertades públicas
Es más: la guerra comercial no tiene por que ser mala si se enfrenta a la insufrible uniformidad de la globalización y, sobre todo, si atosiga a lo pequeño y promociona lo grande. Porque en la globalización mundialista en la que vivimos todo está enfocado para que desaparezca lo pequeño (y la unidad económica más pequeña es la familia) a favor de lo grande, sea esto público o privado. Pero recuerden, todo lo grande es, por definición ingobernable.
Hasta ahora abrir las fronteras sólo ha servido para democratizar la pobreza y para aumentar el Poder de los Estados y de las multinacionales.
Miren a su alrededor y verán como el salario cada vez da para menos y cómo han desaparecido las tiendas de ultramarinos. Como, en resumen, en la amarillos globalización librecambista que pregona Georgieva el número de proletarios crece y el número de propietarios mengua en el mundo.
Y naturalmente, lo que oculta la directora búlgara del FMI es que ya no es posible mantener el Estado del Bienestar, al menos, allá donde haya población envejecidas, como es el caso de Occidente.
Un detalle-conclusión de la descripción Goergieva, parte no sofisticada: cuidado con las promesas sobre subidas de las pensiones en sociedades envejecidas. ¿Te enteras, Pedro Sánchez?