- El nuevo presidente, británico, empieza a concretar "la profunda y dolorosa renovación" anunciada en julio.
- Ojo, con un doble objetivo: convertirse en un buen chico ante los supervisores (demasiadas multas) y volver al beneficio.
- El gigante alemán simplifica su estructura y parte en dos su división más potente, la de banca de inversión.
- Salen tres de los ocho miembros del comité ejecutivo, en el que se concentra el poder real del grupo.
- A la bolsa todo lo que sean despidos y recortes de costes les gusta: y sube más de un 3%.
Deutsche Bank, el mayor banco alemán, empieza a
soplar en qué consistirá la profunda reestructuración organizativa que ya avanzó su presidente, el británico,
John Cryan (
en la imagen), en julio, al mes de tomar el mando de la maltrecha entidad. No olviden la dimisión previa,
por derribo, de los copresidentes Jürgen Fitschen y Anshu Jain.
Se trata, básicamente, de simplificar su estructura organizativa, que convierte a la división de banca de inversión en la más potente del grupo y que pasa por la reducción de los cargos ejecutivos. O sea, comienzan a rodar cabezas. Eso siempre le suena bien a la bolsa, y por ese motivo sus acciones suben este lunes más del 3%. La
poda laboral llegará después, aunque ya se sabe que afectará al 25% de la plantilla, a unos 23.000 trabajadores.
Pero hay más: pretende adaptarse también a las exigencias de los supervisores, según el propio
comunicado del grupo. O sea, empezar a ser un
buen chico y dejar atrás las malas prácticas bancarias por las que ha tenido que encajar cuantiosas sanciones. Y es que
Deutsche Bank viene a ser lo mismo, hasta ahora, que provisionar para pagar las multas. Por ese motivo calculó unas pérdidas de 6.200 millones en el tercer trimestre y por la misma razón, figura en el imaginario colectivo como
una de las empresas alemanas más tramposas, junto a Volkswagen, Siemens y Bayer.
Y a todo eso se añade otro problema, no menor: que ha optado por un modelo bancario, depreciado en sí mismo -la banca para ricos, de inversión-, que no necesita la red física que sí precisa la banca doméstica o de servicios. Sobran muchos empleados para ese modelo.
Lo que ahora se confirma es "la profunda renovación" que avanzó en julio John Cryan. Incluso envío un correo electrónico a sus 100.000 empleados con frases tan inquietantes como "los cambios pueden resultar incómodos, pero no hay otra opción para mantener el
statu quo del banco".
Lo que se empieza a conocer, por tanto, es parte del alcance de esa transformación, que se empezará a poner en marcha en 2016.
Esos cambios tienen varios frentes. Por un lado, la división de
banca corporativa y de valores (CB&S), la más potente del grupo -de la que provenían la mayor parte de los ingresos-, se dividirá en dos unidades de negocio: banca corporativa y de inversión, por un lado, y por otro la que englobará las actividades de ventas y
trading (se llamará de mercados globales).
Jeff Urwin, que estaba hasta ahora al frente de de CB&S se pone al frente de banca de inversión. A su nivel estaba
Colin Fan, que corre peor suerte y sale de la entidad. Y al frente de mercados globales (
global markets), queda
Garth Ritchie, hasta ahora responsable de renta variable.
Además, salen tres de los ocho miembros del comité ejecutivo del grupo, en el que se concretaba el poder real del grupo. Son
Stephan Leithner,
Stefan Krause (que abandona, además, la entidad) y
Henry Ritchotte.
Otro cambio: el negocio de gestión de patrimonios y activos pasará a ser autónoma y se centrará en clientes institucionales y la gestión de fondos de inversión. Ya no tendrá, como hasta, comité ejecutivo ni las 16 comisiones gestoras en activo.
A ese negocio, que presta especial atención a los clientes ricos, la banca minorista. Su nuevo presidente ejecutivo será
Quintin Price, procedente de
BlackRock. Y el anterior en ese cargo,
Michele Faissola, abandona el grupo.
Entre los nuevos miembros de la junta ejecutiva esta
la primera mujer en muchos años, Sylvie Matherat, responsable de las cuestiones reglamentarias, y que ahora se ocupará de la lucha contra la delincuencia financiera.
Rafael Esparza
rafael@hispanidad.com