• Todos unidos por la unidad del país. Ahora bien, ¿de qué país hablamos?
  • La alianza PP, PSOE, C's y alguno más, no sólo es jacobina por centralista sino por su ideología políticamente correcta: progres de centro izquierda y progres de centro derecha.
  • Por ejemplo, los cuatro partidos líderes en las encuestas son aborteros y partidarios de la castrante ideología de género.
  • Pero todos adoran la unidad de España frente a  catalanismo independentista.
El Consejo de Ministros del viernes 30  se convirtió en un emparedado entre las dos visitas convenidas por el presidente del Gobierno: Albert Rivera, de Ciudadanos y Pablo Iglesias, de Podemos. Todo para hacer frente común ante los secesionistas catalanes. Con toda solemnidad: recibimiento, reportajes gráficos, entrevista en la altura y rueda de prensa en la bajura. Eso sí, el Gobierno sigue en periodo de austeridad: ni unos ni otros fueron invitados a comer. ¿Qué es lo que se está fraguando en España ante la pesadísima presión independentista catalana? Pues un jacobinismo: centralista, partidario de la unidad de España y de estirpe anticlerical. Porque claro, la unidad de España es un saludable objetivo: pero, ¿la unidad de qué España? Porque, al menos PP, PSOE y C's no sólo se parecen en su centralismo reaccionario (por reacción) sino también en su cristofobia. En el PP por abandono, en el PSOE por reiteración, en Ciudadanos porque su concepción es la de un Estado eficiente pero sin sustrato moral alguno. Para Ciudadanos, sólo existen las virtudes cívicas. Para el PSOE y el PP lo mismo. Y cuando nos enteremos qué es eso seguramente avanzaremos mucho. En el caso del Sanchismo (PSOE), su laicismo radical anda siempre a la búsqueda de novedades. Zapatero le dejó un terreno tan trillado que al pobre ya sólo le quedan menudencias como la eutanasia, la legalización de la prostitución y, naturalmente, romper el concordato con la Santa Sede. Esto último es una horterada insigne pero queda muy bien en campaña. Ciudadanos, en concreto, es el vivo retrato de los radicales de don Alejandro Lerroux, durante la II República: tan centralistas y anticlericales como el PSOE. ¿El PP anticlerical? Por supuesto, no por ganas (son demasiado indolentes) sino por tibieza. El PP aporta al jacobinismo reinante y a su anticlericalismo anexo su puntito masoncete, de derecha moralmente narcótica y un pelín neurótica. ¿Qué cuál es el peligro del jacobinismo? Que acabe en la deificación de la patria, de la nación o del Estado. Es decir, en fascismo. El Estado es muy importante, la nación también, la patria algo más: pero ninguno de los tres puede sustituir a Dios. Ni tan siquiera puede sustituir al código moral que precisa toda sociedad, no ya para progresar sino para sobrevivir. Y así todos compiten por ser más españoles que nadie. Con sus fulanismos, claro, porque cuando Rivera presenta un pacto de cinco puntos, la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, siempre tan oportuna esta muchacha, responde que el pacto ya existe y se llama Constitución española. ¿El Consejo de Ministros? Se me olvidaba, la única referencia interesante es el mercado del gas, que fijará los precios mayoristas, al igual que ocurre con la luz. Soria asegura que el nuevo sistema  bajará los precios. Lo dudo. Por de pronto, y como recordaba el diario El Economista, la prevista bajada del precio del gas para 2016 se la ha comido la indemnización que el Estado deberá pagar al señor Florentino Pérez por el Castor. Y encima le han premiado con un canal de TV para el Real Madrid. Además, refundaciones de leyes, un trabajo de leguleyos para formar una norma renovada con aquellas leyes que hayan sufrido muchos cambios, vía normas de segundo nivel. Y ayudas a Canarias y otras para las inundaciones de otoño. La cosa no da para más. A estas alturas, los políticos no están para gobernar sino para ganar las próximas elecciones. Aunque sea gracias al pesadito de Artur Mas. Eulogio López eulogio@hispanidad.com