La horas más bajas del Dilma Rousseff: el 63% de los brasileños apoya un proceso de destitución
- Cerca de un millón de manifestantes protestan por casi cinco años de estancamiento económico y por los escándalos de corrupción en la petrolera Petrobras, controlada por el Estado.
- El Gobierno promete un paquete anticorrupción tras las protestas masivas contra la presidenta.
La mayoría de los organizadores piden que se abra un proceso de destitución contra la presidenta, argumentando una presunta corrupción del gobierno del Partido de los Trabajadores (PT), ante el escándalo por desvío de fondos en la petrolera estatal Petrobras y los elevados impuestos, entre otras cosas. En definitiva, por el 'monumental cabero' de muchos de ellos...
Las marchas, convocadas a través de las redes sociales, se han desarrollado de forma absolutamente pacífica. El lema más generalizado ha sido el de 'Fuera Dilma'. La principal manifestación se ha producido en Sao Paulo, donde unas 240.000 personas, según las autoridades, han ocupado la principal avenida de la ciudad. En Brasilia, cerca de 45.000 personas se concentraron en la Explanada de los Ministerios y frente al Congreso Nacional, según informaciones de la Policía Militar, que ha movilizado a 1.600 efectivos. En la playa de Copacabana, en Río de Janeiro, más de 15.000 personas han secundado la protesta, según la Policía Militar, mientras que los organizadores estiman que la cifra de manifestantes alcanzó los 30.000.
Ante semejante protesta, el Gobierno de Brasil ha prometido este domingo que presentará "en los próximos días" ante el Congreso un paquete ante corrupción. El anuncio ha sido formulado tras una reunión entre la mandatario y varios de sus principales ministros para analizar el impacto de las manifestaciones, según ha informado el diario brasileño 'O Globo'.
Tras la misma, el ministro de Justicia, José Eduardo Cardozo, ha descrito las protestas como "democráticas", al tiempo que ha destacado que "el Gobierno está atento y dispuesto a escuchar las voces de la calle". "No hay democracia sin diálogo, sin tolerancia de las posiciones divergentes", ha agregado.
Sin embargo, en una rueda de prensa el domingo en la noche, dos miembros del gabinete de Rousseff reconocieron el derecho a protestar de los manifestantes, pero minimizaron la importancia de las marchas, las que calificaron como una expresión del descontento de quienes fueron derrotados en las urnas.
José Ángel Gutiérrez
joseangel@hispanidad.com