- Se niega a renovar el programa.
- Se le ha pedido una política que favorezca a los jóvenes emprendedores.
- Eso sí que diferenciaría al PP de la izquierda.
- Los jóvenes del partido, por ejemplo, Pablo Casado, apuestan por un camino que devuelva la esperanza perdida a la juventud.
- Cambio importante en la sociedad española: uno de cada cuatro universitarios quiere montar su propia empresa.
- Ya no creen en el empleo seguro.
- Pero don Mariano no se ha enterado.
Las niñas ya no quieren ser princesas -¡qué pena!- pero no menos importante es que
los niños, y las niñas, los universitarios españoles, ya no quieren ser funcionarios.
Un
estudio concluye que ya son más los universitarios que prefieren ser emprendedores a aquellos otros cuya ilusión consiste en ser funcionarios. Hombre, por la mínima, que conste,
y la explicación es que los jóvenes ya no creen en el trabajo seguro. Menos mal.
Sea por lo que fuere más de un cuarto por ciento de los consultados
quiere montar su propia empresa, tener su propia máquina de facturar, ser su propio jefe, ser más libre. No confían ni en los políticos ni en las multinacionales, que es la propiedad privada más parecida al funcionariado.
Menos mal.
Pero
Mariano Rajoy (
en la imagen) no se da por enterado. De cara al 26-J, y a pesar de que desde el partido se le solicita -por ejemplo, los vicesecretarios generales, entre ellos
Pablo Casado- que haga cambios sobre el programa del 20-D, el presidente en funciones quiere mantener los grandes parámetros. De esta forma además se distanciaría de la izquierda,
tanto del PSOE como de Podemos, que creen más en el trabajo asegurado (o sea, con derechos) que en el riesgo.
Ni que decir tiene que si un joven
no quiere buscar trabajo sino ganárselo él mismo el primer problema que se encuentra es el dinero para poner en marcha su iniciativa
y otros dos más olvidados pero igualmente importantes, quizá más:
la burocracia que le rodea y los impuestos que pagará. Antes de empezar a ingresar, Hacienda ya le reclama tributos y antes de empezar a facturar la Inspección de Trabajo ya le está vigilando por si atenta contra los
derechos de los trabajadores, aunque el único trabajador sea él mismo.
En un país como España, donde el desempleo es una maldición atávica, lo lógico sería
que el emprendedor no pagara cuotas sociales durante no menos de dos años hasta que pudiera consolidarse y tampoco impuesto de sociedades. Incluso no pasaría nada porque fuera la propia banca oficial, el
ICO, quien aportara el primer capital, aunque, eso sí, avalado. Desde luego,
habría muchos padres dispuestos a correr con ese coste para la iniciativa empresarial de su hijo, es decir, para que se colocara.
Y a fin de cuentas, estamos hablando de la solución, la única solución, al problema perenne del
desempleo en España.
Pues no.
Rajoy se niega. En lo único que está dispuesto a cambiar es en que
debe salir más a la calle. Él claro, porque necesita popularidad y porque está convencido de que su gestión es de
matrícula de honor. Y cualquier petición de cambio lo considera un atentado contra su liderazgo. Incluso el de dar esperanza a los jóvenes.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com