Dicen que el protagonista real de Z, La ciudad perdida, Percy Fawcet, militar, explorador y arqueólogo sirvió de inspiración, en el pasado siglo XX, para todo tipo de personajes de ficción tanto cinematográficos como literarios. Es el caso del simpático Indiana Jones o el del Dr. Challenger, de El mundo perdido, novela de Sir Arthur Conan Doyle, que era un buen amigo de Fawcet en la vida real. Basado en un libro de no ficción, del escritor David Grann, el relato arranca en el año 1906 cuando al comandante Fawcet, destinado en Irlanda, le proponen cartografiar la frontera entre Brasil y Bolivia. La fascinación por esta zona del Amazonas, y los misterios que encerraba, cambió la vida de este individuo y de sus seres más queridos, puesto que se obsesionó con encontrar una civilización sudamericana muy avanzada que, según él, había existido antes que el Imperio británico. Para llevar a cabo este proyecto, el director se impregnó de las vivencias de este mítico explorador que afrontó todo tipo de peligros en sus repetidas incursiones en la selva amazónica a la búsqueda de esa "ciudad perdida": animales salvajes, parajes intrincados, enfermedades letales e, incluso, tribus indígenas belicosas. Sin duda, un filme recomendable pero con ciertos contenidos chocantes. Por ejemplo,  la admiración  llevada a la ceguera que generaban en Fawcett  los indígenas a los que, en un momento de la película, los define como super avanzados, a pesar de haber contemplado, minutos antes, el "guiso" que habían hecho con uno de sus vecinos (muchas de la tribus del Amazonas eran caníbales). Para: Los que les guste el cine épico de aventuras Juana Samanes