Daniel Blake, un carpintero de 59 años de edad que acaba de sufrir un grave infarto, se ve obligado, por primera vez en su vida, a pedir ayudas sociales. No obstante, a pesar de que el médico le ha prohibido trabajar, la Administración, al declararle inexplicablemente apto,  le obliga a buscar un empleo para recibir el subsidio de paro si no quiere ser sancionado. En el transcurso de sus surrealistas visitas al "Job center", Dan conoce a Katie, una madre soltera con dos niños, que se ha trasladado a 450 km. de su ciudad, donde le han dado una modesta casa,  para evitar que la enviasen a un hogar de acogida. El  subtítulo de esta película hubiera podido ser "retrato de una sociedad deshumanizada", porque eso aborda este drama social de Ken Loach, con guión de su habitual colaborador Paul Laverty. Al fondo el problema de las sociedades capitalistas que, destino soñado de miles de inmigrantes, son incapaces de mantener el estado de bienestar por lo que dejan en la cuneta a los ciudadanos más frágiles. En el caso de Dan, porque la burocracia no atiende a razones humanitarias, mientras que la situación de Katie se debe a que, en un mercado laboral fuertemente competitivo, las mujeres poco formadas y con responsabilidad a su cargo de hijos lo tienen casi imposible para encontrar un trabajo digno. Ambos  personajes  consiguen que el público se ponga de su lado desde la primera imagen, y llegue a la lágrima,  incluso cuando este drama carga "las tintas" y tiene algún tinte populista en algunas escenas. Película de denuncia para reflexionar, no sólo en cuestiones materiales como la insensibilidad de las Administraciones sino, si son creyentes, sobre la dignidad de cualquier persona  dotada de un alma única y, por tanto, con derecho a ser tratada como tal… Para: Los que les guste el cine de contenido social Juana Samanes