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 Karin es una famosa violinista que, en la cima de su carrera profesional, se ve obligada a abandonarla  debido a un accidente. Como sus dedos han perdido sensibilidad, y no puede tocar, reconduce sus pasos hacia la docencia y se convierte en profesora de música. En esa nueva etapa conocerá a un joven estudiante con el que pronto empatiza puesto que les une su ambición y su miedo al fracaso.

Desde Finlandia llega este drama que nos habla de una persona desubicada tras un grave percance y que, en su narcisismo, es incapaz de reconocer lo importante de su vida (su familia), y apostar por ello, mientras opta por seguir los dictados de sus pulsiones emocionales y sensuales. Se lo dice un afamado director de orquesta que fue su amante: “Si quieres ser una reina acabarás perdiendo todo”

El guionista, dramaturgo y director Paavo Westerberg se ha metido de lleno en una historia llena de recovecos sentimentales y profesionales que teje con una maestría asombrosa. No le ha importado en ese relato que su protagonista no sea empática ni tampoco ha renunciado a dar el “tempo” necesario que necesitaba al ámbito musical donde desarrolla su vida la protagonista. A este respecto, es una maravilla como están grabados los primeros planos de violín. Los amantes de la música clásica, sobre todo si les gusta el compositor Félix Mendelssohn, disfrutarán mucho con ese concierto de violín tan especial que vemos ejecutar en varias ocasiones.

La película, lógicamente, hace hincapié en la relación maestro-alumno, en esta ocasión tamizada por esa aventura  adúltera que se establece entre ellos. Resulta muy convincente gracias a las buenas interpretaciones  Matleena Kuusniemi y Olavi Uusivirta, desconocidos para el público medio español, pero que demuestran conocer los resortes para hacer creíbles a sus personajes.

Historia de sueños personales, en La violinista se recuerda el sacrificio y el tesón que requiere lograr ser un virtuoso en cualquier instrumento musical.

Para: los que les gusten los dramas intensos.