Los que vemos mucho cine agradecemos cuando contemplamos un largometraje original que, además, tiene poso. Malos tiempos en el Royale es un thriller violento pero, sin embargo, incluye temas de calado, con bastante gracia.

A un motel de la carretera llega un hombre que esconde una maleta debajo del suelo de su habitación y que pronto es asesinado. Diez años más tarde al mismo lugar, el Royale, un hotel vetusto que vive horas bajas, llegan cuatro personajes variopintos: un viajante racista, un sacerdote bebedor, una cantante negra y una maleducada “hippie”. Todos convergen en ese lugar y afrontan situaciones insospechadas.

Es complicado que un film mantenga el suspense hasta el final, pues bien, este thriller violento lo consigue con creces. Entre sus méritos se encuentra ofrecer un conjunto de buenas actuaciones, entre ellas está increíble Chris Hemsworth haciendo de malvado de manual, pero lo interesante está en el meollo argumental, en el que nadie es lo que parece, y donde un recital de volteretas y giros argumentales mantienen en tensión mientras se hace criba a todo: crítica a políticos corruptos, denuncia de malos tratos, advertencia ante las sectas (sean del tipo que sean), racismo e, incluso, reflexión sobre el sinsentido de las guerras, que deja graves secuelas psicológicas entre quienes participan en ellas. De tal manera que, en ese contexto, casi podríamos afirmar, sin desvelar ningún spoiler, que los “ladrones son gente honrada” dentro del maremágnum de “chicos y chicas malas” que desfilan por la pantalla.

Este relato enrarecido pero que tiene “su aquel” es responsabilidad de Drew Goddard, director y guionista de la película, un verdadero especialista de mantener la atención en historias que transcurren en ambientes cerrados, como bien demostró en La cabaña en el bosque, y al que le gusta incluir golpes de humor negro.

Para: los que quieran ver una película tremendamente original e imprevisible