Relato entretejido de silencios y verdades a medio contar, Verano 1993 enlaza con otros magníficos filmes españoles que retrataban la infancia  como un periodo de turbulencias donde los niños padecían, al no comprender algunos acontecimientos que había sucedido a su alrededor, recuerden El espíritu de la colmena o Secretos del corazón. La protagonista, Frida, es una niña de seis años que no entiende la razón de que su madre, antes de fallecer, manifestara su deseo de que se criase con su hermano y su familia en el campo, y no con sus abuelos, a los que adora. A partir de su propia autobiografía la joven directora Carla Simón dirige su primer largometraje, que resulta sincero, honesto y conmovedor desde la primera imagen. Sensible y delicada en la resolución de las tensiones familiares, asombra las escenas que reposan en la actuación  de las niñas Laia Artigas y Paula Robles, que parecen muy cómodas delante de la cámara. Para: Los que les gusten los dramas que suenan auténticos Juana Samanes