Bonita traslación al cine de la novela homónima de la escritora americana Mary Ann Shaffer y su sobrina Annie Barrows, plagada de buenas vibraciones y que ha dirigido un cineasta británico con “pedigrí”, Mike Newel, al que muchos españoles siguen recordando por su comedia Cuatro bodas y un funeral. Un drama romántico elegante, a contracorriente de lo que se contempla en el cine actual, con unos diálogos preciosos donde no se ha dado puntada sin hilo, y donde el espíritu conciliador del film discierne que, incluso en los conflictos bélicos, la bondad o maldad de cada ser humano anida en el corazón sin importar el color del uniforme.

Londres, 1946. Una joven periodista y escritora de éxito, Juliet Ashton, busca inspiración para su siguiente novela. Casualmente, encuentra un posible argumento cuando un granjero desconocido le escribe desde Guernsey, una pequeña isla situada en el Canal de la Mancha que sufrió la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial. A medida que mantienen una relación epistolar, Juliet se siente atrapada por las personas que componen el grupo de lectura denominado La Sociedad Literaria y el Pastel de Piel de patata de Guernsey, por lo que decide viajar para conocerlos. Allí descubre que todos guardan un secreto que, a algunos de ellos, les hace infelices.

La amistad, el amor en mayúsculas, el sacrificio, el valor, hacen acto de aparición en este bello largometraje de época que, intuimos, encandila especialmente si el espectador que lo contempla pertenece al sexo femenino. En el fondo, además del amor a la lectura (como ocurría con La Librería, de Isabel Coixet), nos habla de la búsqueda de algunas personas de su lugar en el mundo, donde se sienten arropados, queridos. La historia discurre en dos tiempos; el año 1946 y, mediante con flashback, en el periodo bélico comprendido entre 1940-1945.

Muy británica en su puesta en escena, es decir, cuidada hasta el mínimo detalle en su diseño de producción, los personajes que componen el club de lectura de Guernsey se “meten en el bolsillo” a la escritora protagonista de esta historia, pero también a los espectadores, que pueden encontrarlos irresistibles cada uno con sus peculiaridades.

Como ocurría en el clásico de John Ford, La taberna del irlandés, en el argumento se critica a los puritanos, a aquellos que se escudan en una mala interpretación de la Biblia para ser poco caritativos con sus semejantes.

Para: los que disfruten con el cine con sabor clásico y sin estridencias argumentales