La novela Un saco de canicas, de Joseph Joffo, se convirtió en un best seller cuando se publicó en el año 1973 y fue traducida a decenas de idiomas. Su secreto: narrar una historia inolvidable. La acción nos traslada hasta el año 1940, ante la ocupación nazi de París, el peluquero judío Roman decide dispersar a toda su familia para que tengan una oportunidad de salvarse. Así, envía solos hacia la Francia libre a sus dos hijos pequeños, Joseph y Maurice, de 12 y 10 años. Un camino lleno de peligros donde los dos chavales tendrán que camuflarse y sortear a todo tipo de personas y situaciones. Tras una adaptación al cine en el año 1975, el encargado de llevar nuevamente a imágenes este relato literario fue el director  canadiense Christian Dugray, un cineasta que ya conocía el tema del nazismo puesto que fue el realizador de la miniserie televisiva Hitler: el reinado del mal. Éste supo plasmar de forma adecuada la aventura vital experimentada por esos dos menores dejando claro que en un tiempo de terror y tribulación siempre hubo seres humanos bondadosos y valientes capaces de arriesgar su vida por una causa justa, en este caso, unos niños inocentes con el único pecado de pertenecer a un pueblo perseguido. Otro de los aciertos de esta película es el excelente reparto, desde los niños encarnados por Dorian Le Clech y Batyste Fleurial hasta los adultos, estupendos tanto Patrick Bruel como Christian Clavier, el primero metiéndose en la piel del progenitor de la familia y el segundo como un médico que será decisivo en la vida de esos niños. Para: Los que leyeron el libro y les entusiasmó. Para los que les gusten los dramas emotivos y emocionantes Juana Samanes