El siempre combativo director afroamericano Spike Lee estrenó este largometraje, en Estados Unidos, cuando se cumplía un año de los dramáticos acontecimientos de Charlottesville. Su objetivo era denunciar que la discriminación racial no es asunto superado en su país, más aún teniendo como presidente a Donald Trump. Eso sí, ha cambiado de estrategia, en vez de hacer un film dramático, como hizo en el pasado con Malcom X, ha narrado este largometraje con mucho humor, porque le pareció surrealista y divertido cuando le contaron la historia real de un policía negro que se había infiltrado en el Ku Klux Klan, a principios años 70.

Porque Ron Stallworth fue el primer detective afroamericano del departamento de policía de Colorado Spring. Un hombre “tirado para adelante” que afrontó ese puesto sabiendo que, incluso en su mismo trabajo, iba a ser recibido con cierta hostilidad por mandos y compañeros. Concienciado con la gente de su raza, pronto se involucró en una misión peligrosa al infiltrarse en el Ku Klux Klan, telefónicamente, haciéndose pasar un radical racista. Así se ganó la confianza del Gran Brujo del Klan, David Duke. No obstante, cuando la investigación fue complicándose y Ron debía dar la cara, entró en acción otro compañero: Flip Zimmerman, de origen judío, y raza blanca, que tuvo que hacerse pasar por Ron para entablar relaciones personales con peligrosos miembros locales del Klan.

El tono humorístico y la descripción caricaturesca de los miembros del Klan funciona sin que en ningún momento se rebaje la credibilidad de la historia, al mismo tiempo que favorece que se deslice muy bien. Ello tampoco impide que conozcamos desde dentro las reuniones o la forma de operar de esos extremistas, constituyendo un documento bastante interesante, a la vez que estremecedor, de la sinrazón de la xenofobia.

Spike Lee está considerado como el director afroamericano más influyente de la historia del cine, pero con unas convicciones políticas que siempre muestra explícitamente. Esta cinta no es una excepción, de ahí que muestre su simpatía por el entonces incipiente movimiento de Black Panther, una organización nacionalista negra, que estuvo activa en Estados Unidos entre 1962 y 1982, algunas de cuyas acciones también en su momento fueron más que reprobables.

Como ocurre con la mayoría de películas sobre encubiertos de la policía recuerden títulos como El clan de los irlandeses o la más reciente Infiltrados, el argumento resulta emocionante. Como protagonista ha contado con John David Washington, hijo de famoso Denzel Washington, que fue el actor favorito del director en varios títulos. John encara por primera vez un papel de enjundia en la gran pantalla tras haber sido futbolista americano.

Para: los que sientan curiosidad por contemplar una película de denuncia entretenida y bastante curiosa porque está basada en hechos reales