El director británico Guy Ritchie vuelve a su estilo de mezclar intrigas criminales con toques de comedia, y de trabajar los diálogos: rápidos e ingeniosos, que recuerdan los de uno de sus directores más admirados: Quentin Tarantino. La senda y el estilo que mostró en Snatch, cerdos y diamantes Lock & Stock vuelve a repetirse.

Mickey desea abandonar su carrera como traficante de marihuana. Para vender su imperio confía plenamente en la astucia de su hombre de confianza, Ray, pero los posibles aspirantes son muy peligrosos. Al mismo tiempo un investigador privado ha sido contratado por un periódico sensacionalista para sacar a la luz los trapos sucios de Mickey.

Los mafiosos nunca habían vestido con tanto estilo, pero siguen siendo temibles. Matthew McConaughey encarna a ese capo, en un desarrollo trepidante, con escenas donde prima la violencia, porque entre delincuentes no hay paz para los malvados, como afirmaba la película española.

Buen director de actores, Ritchie ha rescatado a Hugh Grant para el celuloide, donde se prodiga poco desde hace años, componiéndole un personaje de canalla snob, que le va como anillo al dedo.  Igualmente reconocerán en el reparto, a la heredera de Downton Abbey, la estilosa actriz Michelle Dockery, que demuestra que hay futuro también fuera la pequeña pantalla.

Para: los que les guste el estilo de Ritchie y los incondicionales de Hugh Grant.