El actor español Raúl Arévalo debuta en la dirección con este thriller que interesa a pesar de la sordidez y violencia de algunas escenas, donde se muestra la bestia que todos llevamos dentro. Curro es todo un perdedor, está a punto de salir de la cárcel tras pasar ocho años recluido por conducir el vehículo de unos peligrosos delincuentes que perpetraron un atraco con víctimas mortales. Sueña con reunirse con su mujer y su hijo, este último concebido en un "vis a vis" de la cárcel. En su vuelta al hogar conocerá a José, un enigmático individuo que frecuenta el bar que regenta su cuñado y donde trabaja su esposa. Lo que desconoce es que a ese silente hombre y a él les une un pasado dramático, que les embarcará en un viaje no deseado. Tarde para la ira es la ópera prima detrás de la cámara de Raúl Arévalo, quien ha confesado que siempre ha querido dirigir. Un proyecto muy personal que le ha costado sacar adelante ocho años, rodeado de amigos, y que nace de temas que le han removido e interesado como "el odio, el rencor o la ira enquistada". Un relato que intriga en su arranque, debido a los personajes que presenta y a cómo está filmada, y que luego sorprende cuando sitúa al espectador de frente ante el crudo conflicto humano que desvela. Una apuesta cinematográfica realista, explícitamente violenta, con la que Arévalo quería  narrar una historia con códigos "muy nuestros" (algunos los han calificado de "cañís"), con localizaciones que suenan cercanas, con música de la tierra  y en la que no busca  ninguna excusa para mostrar que cualquier ser humano es capaz de las mayoridades barbaridades. Para: Los que les guste el cine español Juana Samanes