Ali Ungár, un intérprete judío de 80 años, viaja a Viena en busca del ex oficial nazi que podría haber ejecutado a sus padres en Eslovaquia. Pero al que encuentra es a su hijo Georg, un jubilado bastante vividor que, a propósito, se ha distanciado del pasado de su padre. No obstante, la visita de Ali despierta su curiosidad, y los dos hombres emprenden un viaje a través de Eslovaquia en busca de testigos supervivientes de la tragedia…

Martin Sulik, sin duda uno de los directores eslovacos más famosos y respetados de su país, ha confesado que tanto a él como a su coguionista Marek Leščák estaban fascinados con la idea de plasmar en imágenes las reacciones de un hijo cuando va descubriendo el oscuro alcance de las acciones de su padre. Una forma que también les servía para  reflexionar los acontecimientos que dividieron a Eslovaquia hasta nuestros días.

Relatado a modo de road movie (película de carretera) la herencia personal recibida por estos dos hombres es diametralmente opuesta, curiosamente el hijo del verdugo no ha sufrido ningún trauma, quizás porque muchos de los suboficiales nazis se marcharon “de rositas” mientras que el judío ha pasado su vida queriendo saber más.

 El retrato de ambos hombres es magnífico y, todavía más, la interpretación, desgraciadamente la última de Jiri Menzel, Ari en la película, antes de su fallecimiento.

 Martin Sulik opina que los genocidios como el Holocausto judío no deben olvidase nunca siempre que se utilice no como venganza sino como recordatorio de una barbarie que no debe repetirse. En eso estamos algunos.

Para: interesados en películas de cinematografías europeas que cuentan historias que merecen la pena.