Tremendamente dura en imágenes, porque refleja el martirio que sufrieron los denominados los Kakure Kirishitan ("cristianos ocultos"), este drama histórico traslada a la gran pantalla la novela Silencio, del escritor japonés católico Shushaku Endo. Se trata de un proyecto que el veterano director Martin Scorsese quería llevar al cine desde el año 1989. A mitad del siglo XVII dos jóvenes sacerdotes jesuitas portugueses se presentan voluntarios para viajar a Japón. Su misión es doble: por un lado socorrer a los fieles que viven escondidos debido a la tremenda persecución que sufren y, por otra, investigar si su mentor, el padre Ferreira, ha renunciado a su fe, es decir, ha apostatado tras ser torturado… La película, estructurada en forma de thriller, describe, paso a paso, la búsqueda que llevan a cabo los dos jesuitas para encontrar al religioso desaparecido. Gesta que supone dos tipos de viaje: una travesía física y, fundamentalmente,  espiritual, porque el personaje principal (interpretado por Andrew Garfield), como tantos creyentes que padecen en la adversidad, tiene dudas y constantemente pregunta a Dios las razones de tanto odio y tanta violencia. A este respecto se aprecia en este filme la fe y la inocencia de los hombres sencillos, que se refleja en escenas tan bellas como la celebración de la eucaristía, en una miserable cabaña, a la que asisten unos pobres campesinos. En este drama de corte histórico llama la atención que, en el caso de los misioneros católicos, no se buscaba tanto su muerte como su apostasía porque, como en un momento determinado le dice el cruel inquisidor al protagonista, el jesuita Sebastián Rodrigues, no le odia personalmente sino por el grave peligro que supone para su país la difusión del cristianismo. Para quebrar su voluntad y sus creencias, recurrirán a hacerle pasar una "singular" y dramática Pasión: donde se le torturará física y psicológicamente, se le someterá a tentaciones e, incluso, sufrirá por las intrigas de un particular "Judas". Porque en este filme queda muy nítida la complicada relación entre el cristianismo y la mentalidad japonesa tradicional, mientras que la imagen de nación enfangada que se ofrece del país nipón de aquella época puede entenderse como una clara metáfora del mundo actual. Aunque el relato se toma bastantes libertades, la narración se basa en determinados hechos históricos reales, en concreto en el caso del jesuita siciliano Giuseppe Chiara, uno de los últimos sacerdotes del Japón en el s. XVII. El eje central de la película  podría resumirse en una sola frase: "En el silencio encontré tu Voz". Para: Los que les gustó La Misión. Para los que desconozcan las grandes persecuciones de cristianos en Oriente Juana Samanes