Desde Italia nos llega esta divertida película que provoca las carcajadas siempre que se acuda al cine con el único objetivo de pasar un rato entretenido y, por supuesto, no se tengan prejuicios ante una cinta respetuosa hacia la labor sacerdotal. El ateo Tomasso es un respetado cardiólogo que no tiene "pelos en la lengua", lo que se traduce en un carácter poco empático con sus semejantes. Su matrimonio pasa momentos delicados y está especialmente orgulloso de su hijo menor, que es un brillante estudiante de medicina. Hasta que el chaval le comunica que quiere ser sacerdote, lo que le provocará una conmoción, tanto es así que este hombre se empeñará en descubrir las debilidades del que cree responsable de este entuerto: un cura llamado D. Pietro. El interminable debate entre fe y razón está reflejado de forma graciosa en este filme que habla, fundamentalmente, de la búsqueda del sentido de la vida, porque no solo el hijo está interrogándose sobre su camino sino también la esposa del galeno, insatisfecha de la existencia vacía que lleva. Planteada mediante gags simples pero muy jocosos, donde lo más reseñable son los divertidos diálogos que mantienen el padre de familia "borde" y el sacerdote carismático, bien defendidos por Marco Giallini y Alessandro Gassmann (vástago del conocido actor Vittorio Gassmann), esta comedia resulta simpática a  pesar de que  presenta  personajes estereotipados y es algo "facilona" en la resolución de algunas secuencias. Quizás, el personaje más exagerado es el de la hija "pija" y tonta hasta unos límites insospechados. Para: Los que les gusten las comedias populares italianas, en este caso respetuosas con los creyentes católicos Juana Samanes