Mort Rifkin, un profesor de cine empeñado en escribir una novela, viaja al Festival de San Sebastián con su esposa, una publicista que siente atracción por un joven director al que le auguran un gran futuro, y Mort (alter ego de Woody) considera es un “bluff” pretencioso…

La preciosa ciudad de San Sebastián y el maravilloso Hotel María Cristina, sin duda uno de los más lujosos y bonitos del mundo, son totalmente aprovechados como decorados en multitud de secuencias. Se agradece que Allen haya mostrado así a esta parte de España como lo que es: una ciudad europea y cosmopolita. No obstante la imagen del carácter explosivo y visceral de  los españoles, el cineasta  lo debe tener muy inculcado porque, como en la fallida Vicky, Cristina, Barcelona, al personaje de un pintor, que interpreta Sergi López, lo dota de un histrionismo chillón que resulta lo más desafortunado de la película.

Como es habitual en sus comedias, en Rifkin’s Festival, Allen vuelve a dar vueltas a sus obsesiones metafísicas, la más importante sobre el sentido de la vida, abordado de una forma frívola y cínica, mientras rinde un homenaje a maestros del cine europeos, desde la Nouvelle Vague a Ingmar Bergman, del que siempre ha sido un auténtico fan. Estas recreaciones de películas clásicas son en blanco y negro y, sin querer desvelar demasiado, les aseguro que la mejor secuencia es la protagonizada por Christoph Waltz. 

El repetir la formula argumental de parejas que tienen desencuentros, tan repetido en el filmografía del director, hace que esta película no se encuentre entre las mejores por su falta de originalidad y por ser repetitiva pero, sin embargo, asombra favorablemente que el director de 84 años siga derrochando ingenio en los diálogos, algunos desternillantes.

Se trata de la cuarta colaboración del director neoyorkino con la empresa española Mediapro Studio, tras Midnight in Paris, Conocerás al hombre de tus sueños y Vicky Cristina Barcelona.

Para: los que les gusten las películas de Woody Allen y su cínico humor