Aunque algunos escépticos del séptimo arte aseguren que el cine no es el vehículo adecuado para ofrecer mensajes profundos, el largometraje europeo Phoenix les lleva la contraria. Junio de 1945. Lene, de la Agencia judía, regresa a Berlín con Nelly, una amiga suya que tiene el rostro destrozado como prueba sangrante de su estancia en un campo de exterminio. Meses después, y tras ser operada con éxito de cirugía plástica, Nelly intenta recuperar su vida pasada encontrando a su esposo, Johnny, a pesar de que hay sospechas de que fue él quien la delató y de que quiere quedarse con su herencia… Inspirada en la novela Regreso de las cenizas, de  Hubert Monteilhet, el director de la película Christian Petzold  ha definido esta magnífica cinta como un cruce entre Vértigo (el clásico de Hitchcock) y la tragedia de los que regresaron de un campo de concentración. Hombres, mujeres y niños a quienes sus captores intentaron deshumanizar destrozando la esencia de todo lo que hace humano a un individuo. Phoenix, que toma el título del cabaret donde la protagonista localiza a su esposo también juega, evidentemente, con lo metafórico, con el resurgir de las cenizas de esta mujer que tiene que reconstruirse porque está destrozada en cuerpo y alma. Una fémina a la que su marido no reconoce e intenta utilizar. Posiblemente se encuentren ante una de las películas más interesantes de este año 2015 porque es capaz de mostrar con  intensidad y maestría una reflexión sobre la naturaleza  humana y qué nos hace únicos: cambiemos, o no, de rostro como le ocurre a la triste heroína de esta historia. Para: Los que les guste el cine de calidad Juana Samanes