Mientras en nuestro país sigue el debate sobre la prohibición o no de la caza, se estrena este film francés de defensa de la Naturaleza, que denuncia las cacerías “enlatadas” de leones, pero que ahonda también en los sentimientos que embargan a un niño cuando se siente traicionado por los suyos.

Cuando Mía tiene once años sus padres deciden volver a Sudáfrica, su tierra natal. El traslado desde Europa no le satisface y solo empieza a estar contenta cuando inicia una amistad especial con Charlie, un cachorro de león blanco nacido en la granja de leones de sus progenitores. Durante tres años crecerán y madurarán juntos hasta que Mia descubre que sus padres piensan venderlo.

Gilles de Maistre, contando como guionista con su propia esposa, Prune, se trasladó a Sudáfrica, para filmar esta historia inspirada en hechos reales. Cuenta con una bella fotografía del  continente africano, pero lo destacable es el arduo y magnífico trabajo por dar autenticidad a esa “amistad”. Filmada a lo largo de tres años, tanto el león como la niña (Mia en la película y de nombre real Daniah De Villiers) establecieron una relación increíble entre un ser humano y un animal salvaje, supervisada por el especialista en leones Kevin Richardson, lo que da lugar a imágenes irrepetibles en una película de ficción: todas aquellas en las que la menor y el león interactúan con total naturalidad y parecen estar ajenos e, incluso, olvidarse de que están siendo filmados por una cámara. 

Debido a ese desencuentro familiar entre la adolescente y sus seres queridos, sus padres, esta película es apropiada, no para todos los públicos, sino para niños a partir de unos 7 años, a los que se les pueda explicar ese tema.

Para: los que les gustó el film clásico Nacida Libre, de 1966