Si son de los que ven el vaso medio lleno no les defraudará contemplar este cuento de hadas. En esta comedia romántica, muy blanca, Louise es una joven viuda que no consigue recuperarse de la muerte accidental de su marido, mientras se enfrenta al reto de sacar adelante a su familia haciendo rentable la granja que ambos poseían. Un día está a punto de atropellar a un hombre extraño, Pierre, quien poco a poco y a pesar de su singular comportamiento, se introducirá en su vida… No es la primera vez que el cine narra una historia emocionante con un discapacitado mental, es el caso de Forrest Gump o Rain man, pero, posiblemente, el autista Pierre, que protagoniza Pastel de pera con lavanda, sea el más entrañable porque se le retrata en imágenes como un ser hipersensible, bondadoso, leal, que nunca miente y que va directamente al grano de las cosas importantes. Cualidades que nos gustaría encontrar en cualquiera de nuestros amigos. Eso sí, para hacer creíble este relato era necesario una gran pareja de actores, capaces de transmitir a veces sin palabras, con un solo gesto. De acierto total cabe definirse la elección de Virginia Efira y Benjamin Lavernhe, que vuelven a reafirmar la calidad interpretativa de aquellos que salen de la Comédie Française. Para: Los que les gusten las películas de buenos sentimientos Juana Samanes