Desde hace más de una década el cine con valores  nos llega desde Oriente gracias a cineastas de China y Japón. A esta lista de estupendos profesionales hay que unir el nombre del director coreano Youn JK quien, en Oda a mi padre, elabora una emotiva epopeya de sacrificio y superación siguiendo los pasos de un hombre sencillo que vive siempre pendiente de sus seres queridos. Guerra de Corea, año 1950. En una evacuación dramática de refugiados en el puerto, un padre de familia salta del barco para intentar localizar a una de sus hijas, que se ha perdido durante la huida. Antes de despedirse le encarga a su primogénito (todavía un niño) que cuide a todos si él no vuelve…La vida de este chico, llamado Duk-Su, será un compromiso continuo por darles una buena vida a su madre y hermanos incluso a costa de renunciar, en ocasiones, a sus propios deseos. Planteada como un homenaje a todos aquellos hombres y mujeres que vivieron trágicos  acontecimientos ocurridos durante el pasado siglo XX y que tuvieron una vida realmente dura, Oda a mi padre se ve de un tirón a pesar de que cuenta con algunos momentos excesivamente patrióticos y otros algo melosos para cualquier ciudadano occidental. Merece la pena llegar pronto a la sala de cine para no perderse su impactante y bien rodado arranque en un puerto lleno de refugiados. Para: Todos aquellos que les gusten las epopeyas humanas de hombres que apuestan por el sacrificio y la superación                                                                  Juana Samanes