Como ocurría en Bienvenido Mr. Chance, un personaje "outsider", en este caso un don nadie que pretende ser el mediador de poderosos, provoca un lío en las esferas políticas. Porque Norman, el hombre que lo conseguía todo es una original fábula sobre una sociedad que se mueve por intereses, debido a una cadena de favores que siempre se "cobran". El famoso actor Richard Gere compone un personaje inolvidable y logra la mejor actuación de su irregular carrera profesional interpretando a Norman Oppenheimer, un individuo solitario con un solo objetivo: convertirse en mediador en los círculos de poder y dinero de Nueva York, algo que no consigue a pesar de sus múltiples intentos y su facilidad para inventar todo tipo de mentiras sobre su persona y su presunta familia, porque carece de contactos relevantes. Pero, un día, encuentra en sus horas bajas a un carismático político israelí, con quien entabla ciertas confidencias y a quien regala un lujoso par de zapatos. Tres años más tarde, cuando éste se convierte en Primer Ministro, le sigue recordando. De alguna manera este drama ofrece una visión pesimista de la alta política. Una historia interesante, pero algo confusa en su arranque que va ganando en complejidad, pero también en calidad, a medida que se va descifrando la personalidad de su patético protagonista quien, en algunas situaciones liosas en las que se involucra, provoca verdadera lástima. No obstante, este relato posee un elemento que lastra un poco su fluido desarrollo: se trata de la reiteración de Norman en el abordaje de posibles "clientes-amigos" debido a que su comportamiento es el de un auténtico pesado. Curiosamente el misterio que rodea al personaje principal se traduce en que nunca sabemos qué va a obtener directamente de todas las negociaciones en las que participa. Para: Los que les agraden las historias con "vueltas de tuerca" sobre el mundo político y empresarial Juana Samanes