Combates sin fin tienen lugar en esta adaptación de famoso videojuego creado en el año 1992 por Ed Boon y John Tobias, con fama de ser uno de los más sangrientos.

Disponible primero en máquinas recreativas (las denominadas arcade) pasó, posteriormente, a las consolas domésticas. Tuvo un éxito fulgurante desde el comienzo. De ahí que la primera película se remonte a mediados de la década de los 90. Al parecer, uno de los atractivos para los aficionados era la brutalidad explícita para rematar a los enemigos, donde las decapitaciones, descuartizamientos y otras lindezas, denominadas fatalities, lo convirtieron en uno de los videojuegos más polémicos. Ahora llega a la gran pantalla siendo fiel a esas violentas coordenadas cercanas al comic (se estrenó en nuestro país el pasado 16 de abril).

A pesar de ello, en este film asombra la secuencia de arranque, rodada con una elegancia y pericia que parecen propias de la maravillosa saga de samuráis de Yoji Yamada, algo que no es casual si tenemos en cuenta que está protagonizada por  el excelente actor japonés Hiroyuki Sanada, visto en El ocaso del samurai, una de las películas de la triologia de Yamada, que interpreta aquí a Hanzo Hasashi, el patriarca de una legendaria casta de luchadores. Precisamente debido a esos orígenes, siglos más tarde, uno de los descendientes de ese mítico guerrero, Cole Young, un mediocre joven especializado en artes marciales, será perseguido y se verá obligado, junto con otros humanos que portan como él una marca de dragón, a batirse frente a los peligrosos enemigos de “El  Mundo Exterior”,  que se resolverá con una  batalla de enorme envergadura para el dominio  del universo.

Producida entre otros por James Wan, una de las primeras espadas del cine de terror (recuerden Saw y secuelas o Annabelle), Mortal Kombat tiene en su esencia el aire de las películas de los noventa, sobre todo en los efectos digitales (atención a esos ojos centellantes de Lord Raiden), y, como no podía ser de otra forma, presta especial atención a la vistosidad de sus coreográficas luchas donde hay hueco para un buen alarde de casquería.

Entretenida, pero con un recorrido argumental muy corto lleno de fantasía, todo es posible en ese escenario donde campeones de la Tierra y criaturas del exterior se ven las caras. Todos ellos encarnados por actores internacionales que reflejan el carácter global de esta propuesta que reúne intérpretes de todas las partes del globo.

Para: los aficionados al videojuego…y poco más.