Hace unos meses fallecía el gran cineasta polaco Andrzej Wajda, muy recordado por su obra maestra, Katyn. A pesar de su avanzada edad, murió a los 90 años y como testamento póstumo nos ha dejado este magistral drama, basado en hechos reales, que vuelve a denunciar los abusos que el régimen comunista perpetró en su país tras su ocupación forzosa después de la Segunda Guerra Mundial. Fiel y coherente con su filmografía, recuerda la vida de un hombre valiente, el aclamado pintor vanguardista Wladyslaw Strzeminski, quien sufrió en sus carnes la persecución del gobierno estalinista por no plegarse a su tiranía intelectual, al pensamiento único. Como es usual en los sistemas totalitarios, su resistencia le condujo al ostracismo; le prohibieron dar clases, le retiraron cualquier tipo de ayuda  y  sus obras fueron retiradas de todos los museos de su país, a pesar de ser el artista más famoso de Polonia en aquellos momentos. No se olvida de mencionar el adoctrinamiento de los jóvenes mediante la persona de la hija del pintor, una adolescente avispada que asistirá a toda la cruel caída de su progenitor. Todo ello está narrado con un verismo que duele y una fotografía realista que muestra la tristeza del paisaje comunista; ese que pretende uniformar a las personas ideológicamente. Además cuenta con una actuación magistral del actor polaco Boguslaw Linda. Se da la circunstancia que, si vive en Madrid o viaja pronto a la ciudad, pueden contemplar una retrospectiva que sobre la figura de este pintor y la de su esposa, la escultora  Katarzyna Kobro, se expone en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía hasta mediados de septiembre. Para: Imprescindible para los amantes de la Historia, al igual que los aficionados al Arte Juana Samanes