Esta amable historia traslada a imágenes una novela del escritor y músico francés David Foenkinos, del que en nuestro país vimos, hace cuatro años, La delicadeza, una encantadora comedia romántica que, en su versión literaria, fue un éxito de ventas en su país natal. Como aquella, Los recuerdos rebosa optimismo y humanidad narrando problemas cotidianos que afectan a los ciudadanos occidentales en la actualidad. El joven y soñador Romain mantiene una tierna relación con su simpática abuela. Pero ésta, tras el fallecimiento de su marido, empieza a mostrar achaques propios de su edad por lo que el padre de Romain y sus insulsos hermanos deciden internarla en una residencia de ancianos. Pero, un día, la mujer desaparece misteriosamente de ese recinto. La única arma que utilizará su nieto para localizarla será recurrir a sus recuerdos. Con frescura, y sin caer nunca en la sensiblería, Los recuerdos posee mucho poso abordando asuntos sobre qué hacer con nuestros ancianos, cómo entender a nuestros hijos cuando se hacen mayores o de qué manera hemos de luchar para que un matrimonio mantenga la chispa en su relación en el transcurso de los años. Pero, además, este filme de contenido amable también nos habla del sentido de la vida, de la huella que podemos dejar en nuestro paso por este mundo etc. Esta agridulce propuesta cinematográfica llevó al cine, en Francia, a más de un millón de espectadores que se conmovieron y divirtieron con las andanzas de una familia de clase media que podría ser la de uno mismo. Pasen, y vean, porque saldrán con una sonrisa en los labios. Para: Los que les gusten las películas que rebosan amor a la vida Juana Samanes