Al igual que planteó en el bonito drama De tal padre, tal hijo, el cineasta japonés Hirokazu Kore-eda, incide en que, en algunas ocasiones, hay lazos más fuertes que los de la sangre.

Los protagonistas son una familia de ladronzuelos que acogen en su hogar, como si fuera una hija suya, a una niña pequeña, que encuentran abandonada y desnutrida a la puerta de su presunta casa. Celoso, en un principio, el adolescente de la familia, pronto los vínculos entre los dos menores serán fortísimos.

Pocos cinéfilos desconocen que el cineasta japonés Hirokazu Kore-eda es uno de los directores más profundos de la actualidad, con una filmografía donde casi siempre su leitmotiv es la familia. En Un asunto de familia, su enfoque es más desgarrador desde el momento en que aborda temas como la soledad de los ancianos, la violencia doméstica o la deshumanización de la sociedad. Lástima que incluya algún toque sórdido, poco habitual en su cine sutil y elegante, porque podría ser una película magistral.

La imagen que nos llega en otras películas sobre Japón nos muestra el individualismo, que lleva aparejado un gran número de suicidios, pero nunca habíamos visto la cara más empobrecida del país nipón, la de los habitantes de los suburbios que cada día deben hacer un ejercicio de supervivencia. Aunque lo que realmente quiere destacar Kore-eda es que, en ocasiones, los vínculos más fuertes entre las personas se basan en el amor, no en el parentesco porque cualquier ser humano necesita cariño, tenga la edad que tenga.

Largometraje sin duda para reflexionar, cuenta con unas actuaciones portentosas tanto de los adultos como de los menores.

Para: Los que les interese ver dramas de calidad, independientemente de su nacionalidad