Financiada por la productora católica Metanoia Films (responsable de la película Bella), en Litle Boy subyace la idea de que "la fe mueve montañas" y nunca oculta su inequívoco mensaje universal sobre la importancia de la familia, la amistad o el respeto, al mismo tiempo que lanza cargas de profundidad contra el racismo o el abuso. Segunda Guerra Mundial, la vida del pequeño Pepper Busbee se hunde cuando su mejor amigo, su padre, es reclutado como soldado. Desaparecido en combate e inspirándose en su héroe de comic, este niño, al que llaman Little Boy por su pequeña estatura, se empeñará en que regrese vivo a casa, para ello pedirá consejo al sacerdote de la localidad (el padre Oliver) quien le entregará una lista de acciones que debe cumplir. Algunas tan complicadas como que se haga amigo del hombre más odiado del pueblo: un anciano japonés a quien nadie habla. Realizada, sin complejos, para provocar todo tipo de emociones (preparen los pañuelos), a pesar de que la historia transcurre en Estados Unidos  ha sido financiada y realizada por profesionales mexicanos, salvo en su reparto, muy internacional, en el que reconocerán a intérpretes con muchos registros como Emma Watson o Tom Wilkinson, aunque la mayor parte del metraje recae en el trabajo del menudo Jakob Salvati. Con muchas lecturas, algunas tan directas como la necesaria dedicación de los padres ocupados a la educación de los hijos, en la parte doctrinal son interesantes las conversaciones que mantienen el  sacerdote y el anciano japonés, con cosmovisiones de la vida muy diferentes. El actor mexicano Eduardo Verástegui, que es uno de los productores de la película, se ha reservado un pequeño papel donde luce una fisonomía muy diferente a la habitual, muy alejada de su imagen de galán. Para: Los que crean que se puede hacer cine de entretenimiento de contenido católico Juana Samanes