Las inocentes recuerda un trágico hecho real ocurrido en un monasterio femenino polaco, donde las religiosas fueron sometidas a todo tipo de violencia. Diciembre de 1945, Mathilde Beaulieu es una joven médico francesa enviada por la Cruz Roja a Varsovia con el objetivo de cuidar y ayudar en la repatriación de los prisioneros franceses heridos en la frontera entre Alemania y Polonia. Por una serie de fortuitas circunstancias tendrá que atender a una parturienta en un monasterio de benedictinas cercano a la capital, su sorpresa será mayúscula cuando descubre que hay más hermanas embarazadas por soldados del Ejército Rojo, tras haber sido violadas todas las monjas del convento. Ha sido la directora francesa, Anne Fontaine, la que describe con verosimilitud los sentimientos encontrados de esas mujeres, consagradas a Dios y con voto de castidad, que se encuentran esperando hijos de hombres que las forzaron, situación que provoca, en algunas de ellas, dudas de fe y rechazo a la maternidad. Esa circunstancia vital se agrava porque no pueden volver a sus hogares porque serán repudiadas en la sociedad, por lo que la abadesa del convento optará por guardar silencio ante esa temible encrucijada. La película tiene un ritmo pausado, propio del tiempo en un monasterio, pero manteniendo la tensión dramática de los duros hechos vividos mientras describe con detalle la vida de esas religiosas: sus momentos de rezo, pero también los de ocio en los que se dedican a sus aficiones: lectura, música, costura, conversación... Las inocentes es una película nada explícita en imágenes violentas, pero claustrofóbica por lo que se intuye. No obstante cae en los habituales lugares comunes cuando se habla de la Iglesia al mostrar a las autoridades, en este caso a la madre abadesa, más pendiente de las reacciones del mundo que de su fe. Para: Los que les interesen las historias para reflexionar Juana Samanes