A veces hasta los seres aparentemente notables, encierran sentimientos egoístas. El cineasta Xavier Beauvois, famoso por su inolvidable De dioses y hombres, vuelve a interesarse por el alma humana, en este caso en una historia de mujeres. 

Poderoso drama, inspirado en la novela de Ernest Pérochon, que transcurre durante la Primera Guerra Mundial, cuando ante la movilización de los hombres para luchar en el frente, sus esposas, sus hijas o madres, tuvieron que hacerse cargo de las tareas del campo, además de las de su propia familia.

La granja Pardier queda en manos de la matriarca, Hortense, tras la marcha de sus hijos a la guerra. Su hija le ayuda en los trabajos pero se ve obligada a contratar a una joven huérfana, Francine, que responde a sus obligaciones de forma admirable porque cree inocentemente haber encontrado un hogar. Sin embargo, cuando los hombres vuelven de permiso, surge una historia de amor que no convence a Hortense…

Drama de época, donde la distancia y los malentendidos hacen más daño que la daga más afilada, la película cuenta con un diseño de producción cuidadísimo que nos sitúa perfectamente en ese periodo histórico, todo ello reflejado en unas bellísimas imágenes del campo francés que se asemejan, por su composición, a los cuadros realistas pintados por Jean-François Millet, como el famoso de Las espigadoras. 

La tranquilidad y la paz que transmiten esas instantáneas contrastan con las pasiones que sacuden el seno de esa comunidad, donde el clasismo y los intereses particulares imperan por encima de los sentimientos, mientras asistimos al retrato de una mujer tan fuerte como dominadora, en la misma línea que heroínas del cine clásico como la de La loba. 

Muy acertada la elección de la pareja protagonista; la veterana Nathalie Baye y la joven Iris Bry, en su primer papel en el cine.

Para: Los que se decanten por los dramas intensos, narrados con elegancia