Primera coproducción fuera de sus fronteras de los estudios de animación japoneses Ghibli, fundados en el año 1985 por el conocido director Hayao Miyazaki (responsable, entre otras, de El viaje de Chihiro o El castillo ambulante) y por Isao Takahata (productor de las famosísimas series televisivas  Heidi y Marco). Diez años han tardado en la gestación de este proyecto que atrapa la atención a pesar de contar con el hándicap de que se trata de un relato sin palabras, traducido en imágenes en un canto de superación y respeto a la naturaleza. Son ochenta minutos de imágenes poéticas y oníricas en los que espectador occidental se sorprenderá de algún giro argumental totalmente imprevisible y fantástico. Minimalista en su dibujo, nos muestra la aventura vital de un hombre que naufraga en una isla apartada del mundo lo que le conducirá a convivir con todo tipo de animales mientras la soledad le pesa como una losa. Tras varios intentos de huir de esa cárcel paradisiaca, la existencia de este individuo cambia cuando conoce  a una misteriosa tortuga roja, que le sumerge en un mundo mágico donde todo parece ser posible. El director de esta película, el holandés Michael Dudok de Wit se desmarca  de la redondez habitual  de los dibujos de los estudios Ghibli. Por el contrario, toda su trama está impregnada de la forma oriental de ver la vida. Dudok es un experimentado animador de cortometrajes independientes, ganador de premios importantes incluido un Oscar y un Bafta por su corto Father and Daughter. Para: Los que les gusten las películas de animación que van dirigidas no a niños sino a adultos Juana Samanes