La crisis económica mundial, que llevamos padeciendo desde el año 2008, vino propiciada por una burbuja financiera. Esta ingeniosa comedia dramática explica algunas de las causas que dieron lugar a la situación actual, mucho más grave que la Depresión del año 1929. Basada en el best seller "The Big short", de Michael Lewis, La gran apuesta nos sitúa en el año 2005. Fue entonces cuando varios profesionales del ámbito financiero, de diversos lugares de Estados Unidos, percibieron que los millones de bonos que se ofrecían con la calificación de mayor fiabilidad (denominados  triple A) estaban referenciados a préstamos hipotecarios con un alto riesgo de morosidad. Es lo que denominan productos estructurados. Los más populares, las famosas 'subprime', o hipotecas convertidas en paquetes de productos financieros que se vendían por todas las Bolsas del mundo, hasta que todo estallaba. Algunas de esas personas intentaron convencer de la grave situación que se avecinaba pero otros, simplemente, decidieron aprovecharse del sistema especulativo corrupto que permitía esos desmanes y crearon un nuevo instrumento financiero que llamaron "seguro de impago de deuda". En definitiva, un seguro contra la posible bajada de esas subprime. Y hay que estar loco para convertirse en asegurador de un producto financiero volátil, pero la engreída confianza en la 'exuberancia irracional -e interminable- de los mercados', daba para eso y para mucho más. El director Adam Mckay, cuya película más popular es Hermanos por pelotas (como se imaginarán un producto para olvidar) es el responsable de esta inteligente propuesta cinematográfica que se adentra en el mundo de los mercados y la complejidad de su lenguaje para profanos en la materia. Es cierto que es burda en algún instante pero tiene como gran mérito que su guión está planteado para ser entendible. A más a más, cuenta con algunos momentos realmente magistrales cuando personajes populares de sectores ajenos a la banca como la cocina o el mundo del espectáculo explican de forma divertida, al estilo campechano del profesor español Leopoldo Abadia, conceptos económicos perfectamente comprensibles para el público medio. No es el único momento  divulgativo "con chispa" de La gran apuesta porque, en su intento de que la economía no resulte algo ni obtuso ni aburrido, lo mismo ocurre con el instante protagonizado por Jared Vennet, el personaje que interpreta Ryan Gosling,  cuando, con pequeñas piezas de madera, explica el entramado con pies de barro en el que se haya sumergido el sistema financiero. Porque, lo que queda claro en este largometraje, de ritmo y montaje vertiginoso, es que al fondo de toda esta trama se encuentra algo tan simple como la codicia, que llevó aparejada la tragedia ajena de muchísimos inocentes: millones de ellos habían invertido en sus casas y las perdieron, mientras que otros se quedaron sin trabajo. Por ello esta película podría haberse titulado perfectamente La gran especulación. Para: Los que quieran ver una interesante película sobre las causas de la crisis actual Juana Samanes