En algunas ocasiones cuando una película ha tenido mucho éxito ha dado lugar a una serie televisiva, recuerden Fargo o Nikita, pero en el caso de Downton Abbey ha sido al revés, la versión cinematográfica ve la luz tras seis temporadas televisivas y retoma la acción en ese momento, para deleite, suponemos, de los millones de seguidores repartidos por todo el mundo.

Así, la aristocrática familia Crawley, y su leal personal de servicio, se tienen que preparar para un acontecimiento crucial: la visita real a la mansión.

La traslación al cine de la serie más británica realizada hasta la fecha, posee como uno de sus principales alicientes el poder contemplar en pantalla grande el esplendor del enclave donde discurre la serie , en la vida real la finca se llama Highclere Castle,  que siempre ha sido un personaje clave de la trama. Cuidadísima en su puesta en escena, se trata de una producción cinematográfica para disfrutar con la vista.

Con un contenido más monárquico que la propia Isabel II de Inglaterra, en ese reparto coral bien engrasado han otorgado un papel preminente a la octogenaria Maggie Smith, que brinda los momentos más jocosos de la película. Los rifirrafes entre los criados de la Casa Real y los de Downton Abbey también tienen su enjundia: se enfrentan amantes de las tradiciones (el más exigente el mayordomo Carson, que regresa a la mansión para esta cita real) frente a unos auténticos snobs (el autodenominado paje real y el chef ). Aquí, más aún que en la serie, se demuestra que la calidad humana no depende del estatus social sino de lo que lleves en el interior.

Julian Fellowes, el creador de la serie, ejerce de guionista e incluye al reparto original. Según ha confesado el productor de la película, Gareth Neame, una de las mayores dificultades que se les planteó es cómo en tan solo dos horas de metraje podían incorporar,  en algún momento, a los 18 personajes principales de trama. Todos tienen su momento de gloria, aunque aquí se de “más cuerda” a la subrama de la homosexualidad del mayordomo Thomas Barrow, en las primeras temporadas el más malvado de la serie pero luego arrepentido de sus egoístas conspiraciones.

La película juega, desde la primera escena, a deslumbrar de ahí que cuente con escenas majestuosas como el desfile, donde participa la mismísima Royal Horse Artillery, o el baile, escena en la que brilla el sobresaliente trabajo de diseñadora de vestuario Anna Robbins. También repiten en el apartado técnico  el diseñador de producción Donald Woods y vuelve a escucharse la reconocible música del compositor John Lunn. Se incorpora en la parcela fotográfica Ben Smithard, que hace un trabajo sobresaliente.  

Para: los seguidores de la serie, los que no la hayan visto no se enterarán de nada porque no conocen las visicitudes de los personajes a lo largo de los años.