Fue la ganadora del pasado Festival de Sitges. Asombró a público y crítica con una apuesta argumental original pero tremendamente arriesgada. Un joven inmigrante es tiroteado cuando intenta cruzar la frontera ilegalmente, herido y en estado de shock, Aryan se da cuenta de que es capaz de levitar. Su especial "super poder" será descubierto por un médico, Dr. Stern, que decide aprovecharse de ese singular don para volar. A mitad de camino entre el drama social y una película del género fantástico (de ahí su presencia en el certamen de Sitges), el filme describe con realismo los riesgos que asumen los refugiados para llegar a Europa pero sorprende cuando el director húngaro Kornéi  Mundruczó opta por incluir el elemento fantástico, sin menoscabo de que la trama pierda en dramatismo, puesto que también muestra las consecuencias del terrorismo yihadista. Cada personaje de esta trama tiene su propio conflicto personal, y ahí tiene un peso específico ese médico expedientado que primero se aprovecha y luego encuentra su propia redención. Están muy logrados los efectos especiales mediante los cuales vemos volar al joven sirio que ha huido de su país. Es una lástima que la historia se alargue innecesariamente en las vicisitudes del galeno, en sus idas y venidas al hospital donde tiene una amante ocasional. El director está claro que es muy crítico con la política adoptada por su país, Hungría, frente a los inmigrantes, de ahí la oscuridad que reina en todo el desarrollo y la dureza con la que describe a la policía de frontera. Para: Los que les gusten los filmes que asombran, éste desde luego lo hace Juana Samanes