El escenario de este original drama nos sitúa en los días posteriores al magnicidio del presidente Kennedy, centrándose en la figura de su viuda: Jacqueline. Una mujer de tan solo 34 años que pasó a convertirse, tras ese terrible suceso, en una reina destronada ya que el matrimonio Kennedy, y su entorno, formaban parte de una "pseudoaristocracia" estadounidense que creían vivir en una "corte" especial, casi como la de Camelot, del Rey Arturo, que dio lugar a un musical de ese nombre que le encantaba al presidente. Con una actuación portentosa de Natalie Portman, que le ha valido su nominación al Oscar a mejor actriz, el director chileno Pablo Larraín (Neruda, El Club), con guión de  Noah D. Oppenheim, utiliza la misma estructura narrativa de Ciudadano Kane, de Orson Welles (1941), es decir, una entrevista periodística para introducirnos en el personaje de Jackie y los momentos  más relevantes acaecidos como primera dama de Estados Unidos, encajados en imágenes mediante flash-back. De esta forma va retratando la compleja personalidad de esta mujer, unas veces enamorada y otras totalmente narcisista, mientras contemplamos lo ocurrido desde su llegada a la Casa Blanca hasta el sangriento atentado que costó la vida a su esposo. Asombra de este singular biopic (biografía en imágenes) que, por primera vez, vislumbramos el tremendo alcance de esos disparos mortales que acabaron con el político. Por tanto, en esta cinta no solo vemos a la que fue considerada un icono de la moda de mediados del siglo XX, sino que deja claro que fue ella, apoyada incondicionalmente por su cuñado Robert  Kennedy, la que se encargó de organizar un entierro de Estado que hiciera inolvidable la figura de su marido, que pasó de hombre a leyenda. Algo que la Historia, en el transcurso de los años, ha puesto en su lugar recordando los graves errores políticos que cometió ese carismático presidente durante su corto mandato. Jackie contiene imágenes impactantes para el recuerdo como cuando vemos a la primera dama lavarse la cara llena de sangre (puesto que apoyó en su regazo hasta el hospital la cabeza sanguinolenta de su cónyuge) o emocionantes secuencias como aquella en la que, debido a su dolor,  es capaz de abrir su corazón y sus contradicciones a un sacerdote, encarnado por el recientemente fallecido John Hurt, en uno de sus últimos papeles de su carrera. Para: Los que quieran contemplar un interesante biopic de una de las mujeres más mediáticas de mediados del siglo XX Juana Samanes