Al contemplar esta película ineludiblemente a los cinéfilos les vendrá a la memoria el filme El hombre elefante, de David Lynch,  porque ambas inciden en el retrato de una sociedad curiosa, y algo monstruosa, capaz de reírse de los seres desgraciados y diferentes. Los directores Jon Garaño y Aitor Arregui, multipremiados por su anterior filme, la sensible Loreak (Flores), han trasladado al cine la biografía del denominado "Gigante de Altzo", cuyo nombre era  Miguel  Joaquín Eleizegi  y solo por su desmesurado tamaño (dicen que llegó a alcanzar los 2 metros 42 centímetros) se convirtió en una de las leyendas orales más relevantes del País Vasco. Pocos datos fiables se conservan de su paso por este mundo, tan solo que su hermano Martin fue su compañero fiel en los viajes que realizó por España y Europa, donde lograron buenos emolumentos mostrando el gigantismo de este campesino guipuzcoano. Con momentos cargados de poesía, una factura visual impresionante debido a una magistral fotografía (de Javier Agirre) y una puesta en escena con enclaves bellísimos, toda la película, que arranca con las guerras carlistas del año 1836, gira alrededor de la historia de dos hermanos en una época cambiante. El mayor, el inquieto Martín, al que le gustan los retos y solo aspira a viajar a América, y el menor, Joaquín, muy hogareño, al que su crecimiento imparable obligará a salir de la tierra que ama muy a su pesar. El largometraje logra transmitir la soledad de ese individuo que era un ser frágil, a pesar de su apariencia, y que tenía mucho miedo a que se burlaran de él. Handia (que significa en euskera grande, magnífico) es una película hermosa, a la par que tremendamente triste, porque siempre resulta desconsolador vislumbrar la historia de hombres infelices (impecablemente interpretados por Joseba Usabiaga y Eneko Sagardoy). Rodada en euskera, la cinta hace un encomiable retrato de ese siglo convulso y de sus gentes. Muy destacada, pero tremendamente cruel, es la escena que recrea el encuentro de Joaquín con la entonces reina española Isabel II, quien le recibió en la realidad, y que aquí reflejan ficticiamente dejando a la soberana en una pésima actitud. De hecho, en este largometraje bello lo único que desentona es un par de momentos sórdidos que poco aportan al argumento. Para: Los que les guste el cine español de calidad Juana Samanes