Thriller de acción tan comercial como resolutivo que tiene como protagonista a una familia que se ve inmersa en una situación límite. Solo el amor y el coraje les harán intentar sobrevivir. Jack Drywer es un ingeniero americano que es contratado por una multinacional instalada en un país del Sudeste asiático para trabajar en una moderna depuradora de agua. Lo que en principio se planteaba como un reto profesional pero también familiar, pronto se transforma en una pesadilla cuando, nada más llegar al que previsiblemente va a ser su nuevo hogar, se ven envueltos en un golpe de estado. De hecho, tras el asesinato del primer ministro, los rebeldes nativos convierten el objetivo, y atacan sin piedad a todos los occidentales que encuentran a su paso… Con un arranque impactante, en esta película encontramos encabezando el reparto a   Owen Wilson, un actor al que normalmente hemos visto en comedias, que intenta cambiar de registro interpretativo en este filme  trepidante donde hay espacio, aunque sea de forma tópica, para denunciar los abusos que el primer mundo mantiene sobre los países emergentes. A su lado, mucho más convincente resulta la actriz Lake Bell encarnando a su aterrorizada esposa y el veterano Pierce Brosnan, muy habituado a películas de esta índole, donde la acción prima sobre la palabra. Todos ellos a las órdenes del director John Erick Dowdle, que también ejerce de guionista y al que hasta ahora conocíamos por películas de terror como Así en la tierra como en el infierno. Aquí, el cineasta resuelve con eficacia un relato que, sin ser novedoso, no deja espacio al aburrimiento. Para: Los que vayan al cine a pasar un rato entretenido Juana Samanes