Dos adolescentes, Stella y Will, aquejados de fibrosis quística (FQ) se conocen en el hospital donde están ingresados. Pronto se sienten atraídos a pesar de que por su terrible enfermedad no deben mantener ningún contacto físico y, por su propia seguridad, no pueden acercarse al otro a menos de dos metros. Empiezan así una historia de amor singular donde ella le aporta a él las ganas de vivir mientras el chaval añade a su vida el color, la creatividad de la que es capaz como el artista que es.

No es la primera vez que se narra una historia de amor entre jóvenes que padecen una dura enfermedad; ahí está la reciente y emotiva Bajo la misma estrella que conquistó, en el año 2014, no solo al público juvenil sino a personas de todas las edades dotadas de sensibilidad.

A dos metros de ti se diferencia de aquella en que tiene más recorrido en la historia el personal sanitario (algo que sucede en la realidad) mientras que la imposibilidad de contacto físico se resuelve de forma poética, algo que parece impensable entre los adolescentes actuales, entre los que el sexo se practica antes de conocer en todos los sentidos a la otra persona, en una clara muestra de imprudencia y frivolidad. No es que la película de Justin Baldoni deje de valorar lo importantes que son las muestras explícitas de afecto, pero destaca por encima de ellas los sentimientos.

Con una joven pareja protagonista que encandila a la cámara (en el caso del atractivo Cole Sprouse no nos cabe duda que conseguirá millares de admiradoras quinceañeras en todo el mundo) y un montaje que dota de agilidad a los acontecimientos, A dos metros de ti se convierte en el Love Story de 2019.

La película toca perfectamente los resortes para hacer emocionarse al público más joven. No es casualidad que la productora de la misma sea Lionsgate responsable de dos sagas tan taquilleras para ese segmento de la población como son Los juegos del Hambre o Divergente.

Para: un público juvenil muy romántico.