Como bien ha precisado el director de esta película, el turco Can Ulka, Ayla no es una película bélica, aunque tuvo lugar durante la Guerra de Corea, ese fue solo el dramático escenario de esta historia que habla de amor, bondad y esperanza.

Basada en hechos reales nos transporta hasta el año 1950, en plena Guerra de Corea, un sargento turco encuentra a una niña sola y al borde de la muerte. La relación filial que se establece entre ellos conformará un vínculo indestructible para toda su vida. 

Candidata al Oscar por Turquía a Mejor película de habla no inglesa, un país del que no nos llega demasiado cine a España, se trata de una verdadera superproducción donde están muy cuidados detalles como la puesta en escena, dramatización, buena elección de actores etc…Tanto es así que recuerda las películas clásicas donde estaba milimetrada la calidad de imagen, pero también el contenido, porque hablamos de cine con valores. Sin caer nunca en la sensiblería, en su desarrollo hay escenas preciosas protagonizadas por esa niña coreana que se convirtió en la fuente de alegría de un grupo de soldados turcos en medio de un escenario tan terrible como es un conflicto bélico. Uno de los grandes aciertos de la película es la elección de la pequeña, interpretada por la niña Kim Seol, que tiene una mirada y un aspecto tan inocente que “camela”.

El director ha precisado que decidió hacer esta película porque, cuando la rodó, ambos protagonistas estaban vivos y porque era una historia real de dos auténticos héroes desconocidos, personas buenas que pocas veces aparecen en los informativos de las cadenas de televisión.

Para: los que les guste el cine clásico, interesados en historias humanas que traspasan la pantalla.