En muchas ocasiones los espectadores se quejan de que la cartelera está plagada de títulos de cine comercial. Por el contrario esta película es cine inteligente de comienzo a fin. El acuerdo al que llegaron, en el año 2006, el reverendo Ian Paisley, líder del Partido Unionista Democrático y Martin McGuinness, el representante del Sinn Féin (el brazo político del Ejército Republicano Irlandés (IRA) se fraguó de una forma sorprendente y puso fin al  conflicto en Irlanda del Norte, que arrastraba cuatro décadas de violencia y un balance de 3.500 muertos. La inspiración para esta película le llegó al director Nick Hamm cuando se enteró que, en esos años de plomo y sangre, en algunas ocasiones, paradójicamente, los líderes de las fracciones enfrentadas viajaban juntos en el mismo vehículo para evitar atentados de uno u otro bando. Este drama político supone un ejercicio de imaginación basado, de forma libre, en el encuentro clave entre estos dos políticos. Un momento del que los propios protagonistas dieron pocos datos. Solo que entraron en el coche como adversarios y salieron de él como inseparables amigos. Aparentemente una película basada en el diálogo entre solo dos personas, y cuya acción transcurre durante un viaje en coche, tenía todas las "papeletas" para ser algo poco interesante o, si me apuran, muy aburrido. Por el contrario, este filme es apasionante y entretenido gracias al formidable guión de Colin Bateman y a las insuperables actuaciones de Timothy Spall y Colm Meaney. Ambos van desgranando todos los momentos álgidos de esa guerra civil entre compatriotas que, a la larga, son los conflictos más dolorosos porque tu propio vecino puede haber apuntado el arma que ha matado a tu ser más querido. Spall y Meaney, en la piel de Paisley y MacGuiness, hacen un duelo interpretativo impresionante donde, incluso, cabe el humor. Es un acercamiento realista a dos figuras políticas con carisma pero que supieron escuchar las razones del otro y comprender que no había ni vencedores ni vencidos. Para: Los que les guste el buen cine político Juana Samanes