En el año 1966 un joven director francés, Claude Lelouch, conquistaba al público internacional con Un hombre y una mujer, una historia de amor que narraba el romance entre dos viudos, ella dedicada al cine y él un famoso corredor automovilístico. Los espectadores se sintieron fascinados ante unos diálogos realistas y una situación vital totalmente creíble que, de alguna forma, el realizador galo había tomado de la corriente cinematográfica de más auge en aquellos años en su país: La Nouvelle Vague. Otro elemento que atrapaba de la película era el tema principal de la película, tremendamente pegadizo, compuesto por Frances Lai. Cinco décadas después de ese estreno, el octogenario Lelouch reúne de nuevo a la magnífica pareja de intérpretes de aquel film: Anouk Aimée y Jean Louis Trigtinant.

Dos intérpretes de la “tercera edad”, Jean Louis ha cumplido los 88 años y Anouk los 86, vuelven a encarnar a los enamorados Jean Louis y Anne. Sin duda, los papeles más populares de toda su carrera profesional. Este reencuentro se salda con un retrato emotivo del paso del tiempo, que elucubra, sin ninguna acritud, sobre las equivocadas decisiones que se toman en la vida, algunas de las cuales no tienen vuelta atrás y marcan para siempre. La película funciona como un retrato nostálgico del film original, de ahí que esté salpicado de continuos flash back de la película de 1966 donde apreciamos la belleza de Aimée, así como de su tema musical, pero mostrando un claro respeto hacia lo que nos pueden enseñar los mayores con sus vivencias.

Dicho esto, la película es agradable, pero aporta más en el lado sentimental que en cinematográfico.

Para: los nostálgicos a quienes les encantó en los años 60, Un hombre y una mujer o para los que quieran ver que el tiempo pasa inexorablemente para todo el mundo.