La primera aclaración importante que hay que realizar es que este largometraje, argumentalmente, nada tiene que ver con el polémico filme de mismo título del director D.W. Griffith, del año 1915. De hecho, si aquel presentaba descaradamente una visión racista sobre los ciudadanos negros, esta película, por el contrario, hace una feroz crítica hacia el comportamiento seguido por los terratenientes estadounidenses, treinta años antes la Guerra de la Secesión. Así, este drama racial denuncia, de forma cruda y explícita, los ultrajes y las brutalidades  sufridas  por los afroamericanos en Estados Unidos cuando eran esclavos. Para ello se basa en la historia real de Nat Turner, uno de los pocos hombres negros que tuvo acceso a la lectura, cuestión que  fue utilizada, en un principio, por el amo de su plantación para que ejerciera como predicador entre sus iguales de raza y, de alguna forma, les hiciera aceptar las vejaciones que sufrían, mientras él se "forraba" económicamente por la prestación de esos servicios. Pero esos viajes por varios estados, donde Nat fue testigo de las injusticias y barbaridades cometidas hacia su gente, le sirvieron para que creciera en su interior una consciencia racial que derivó en un anhelo de venganza… Nate Parker, al igual que el genial Clint Eastwood, se pone detrás y delante de la cámara para narrar esta historia que sigue la misma línea que Doce años de esclavitud, pero de contenido mucho más violento. A su favor tiene que posee un excelente ritmo narrativo  y cuenta con secuencias  muy poderosas e interpretaciones sobresalientes. No obstante, las imágenes explícitas de ciertos acontecimientos terribles y violentos, abren el  mismo  debate que despiertan las películas de Mel Gibson, pero con una diferencia fundamental: mientras Gibson aporta siempre un toque esperanzador, incluso en sus propuestas más duras, Parker se limita a mostrar las bestialidades que los humanos somos capaces de cometer hacia otros semejantes, algo reprobable pero que deja en auténtico estado de shock a cualquier espectador con un mínimo de sensibilidad. Para: Los que les gusten los dramas raciales y no les turben las escenas explícitas violentas Juana Samanes