Remake interesante de una película, del mismo título, protagonizada por James Caan en el año 1974.

Desde las primeras secuencias de la película, ya apreciamos el pelaje de Jim Bennet, un apostador "suicida" que parece buscar su ruina en cada jugada. Poco a poco, la trama nos va desvelando que Jim ha sido, en teoría, un privilegiado de la sociedad: criado en una familia acomodada y de esmerada educación, es catedrático universitario de Literatura. No es por tanto el típico individuo para frecuentar bajos fondos y  caer en manos de prestamistas ilícitos.

Con El jugador, Mark Wahlberg ha logrado algo que perseguía desde hace años; trabajar de nuevo con el solvente guionista William Monahan, autor de Infiltrados. Éste, nuevamente, le ha dado un papel a su medida, con la fuerza y los matices  que suelen poseer los personajes autodestructivos en la gran pantalla. El actor aprovecha el envite y realiza una actuación magistral en su personaje de doble vida y, realmente, su buen trabajo se convierte en el principal atractivo de este relato negro que cuenta con  algunas lagunas argumentales. Por ejemplo, no se justifica demasiado el odio que el protagonista tiene hacia su madre. A pesar de ello, El jugador es una propuesta aceptable para reflexionar sobre personas que, aparentemente lo tienen todo, pero se sienten vacías lo que les hace intentar solucionar su problema arriesgando en experiencias siempre más fuertes, más peligrosas… Aquí lo único que busca el protagonista es experimentar la incertidumbre sobre lo que le ocurrirá si pierde siendo deudor de individuos que no tienen respeto por la vida humana.

Para: Los interesados en los dramas negrísimos