El gran psiquiatra judío Viktor Frankl en su recomendable ensayo  "El hombre en busca de sentido", defendía, parafraseando a Nietzsche,  que "el hombre que tiene un porqué para vivir, puede soportar casi cualquier cómo", algo que practicó el propio Frankl, para sobrevivir en Auschwitz. Esta cita resulta pertinente porque en Ártico, una historia de supervivencia en soledad, el protagonista que, tras el obligado aislamiento en el que vive ha perdido la esperanza, consigue recuperarla cuando debe ayudar a otro ser humano a salir adelante.

 

Ártico narra las visicitudes de un individuo, un piloto, quien tras tener un accidente de avión, queda aislado en medio del hielo, en un paraje muy hostil. En ese enclave deberá luchar contra el frío polar, buscar su comida y escapar de los osos.

Para que una gesta de estas características no fuera aburrida en imágenes, su desarrollo está plagado de momentos llenos de  ingenio, ocurre cuando descubrimos los artilugios que construye el único protagonista para pescar, y de poesía, hay un instante bellísimo que demuestra la necesidad de calor humano que requiere cualquier persona.

Una película que reposa en la actuación de un solo intérprete, requiere que éste tenga unos recursos dramáticos importantes. En este caso el encargado de encarnar este personaje, y enfrentarse a un rodaje con duras condiciones climatológicas (en Islandia), fue el solvente actor danés Mads Mikkelsen, igual de convincente cuando actúa en películas para cinéfilos como La caza, de  Thomas Vinterberg (2012) o en producciones comerciales de 007, como Casino Royale, donde encarnaba al malvado de turno. En Ártico también es muy conocido su director, el brasileño Joe Penna, un “influencer” con tres millones de seguidores en Youtube.

Para: los que les gustaron otras películas de supervivencia en soledad como Naúfrago, Marte, etc…