Adaptación cinematográfica a la gran pantalla del best seller homónimo, de Dolores Redondo, que posee los mismos aciertos y errores que el texto literario. Se trata de la primera entrega de la conocida como Trilogía del Baztán, que recibe ese nombre por el valle de Navarra donde se desarrolla la acción y donde se ubica el hermoso pueblo de Elizondo. A la inspectora de policía de Homicidios Amaia Salazar le encargan la misión de investigar unos brutales asesinatos de adolescentes que se están cometiendo en un valle de Navarra. Las muchachas aparecen desnudas y portando encima de su pubis un pastel característico de la zona. Eso le obligará a regresar al pueblo donde nació lo que le hará enfrentarse a la infancia trágica que le marcó. Al igual que ocurrió cuando adaptó a imágenes Palmeras en la nieve, el director Fernando González Molina opta por una dirección sin originalidades, mientras que Luiso Berdejo (Rec, Insensibles) ha escrito un guión muy fiel al texto literario. Más llamativa resulta  la magnífica fotografía de esta cinta, responsabilidad del donostiarra Flavio Martínez Labiano, quien con su buen trabajo logra meternos de lleno en el ambiente oscuro y presumiblemente mágico que rodea esa zona boscosa de Navarra. Porque este thriller negro es correcto pero se enfrenta a los mismos problemas que posee la novela en la que se basa; está bien descrita esa trama oscura y sórdida que rodea todos los asesinatos y atrae descubrir, poco a poco, el pasado de la protagonista, con una relación materno-filial bastante anormal. El problema es aunar esas cuestiones dramáticas con los elementos presumiblemente fantásticos (la criatura del Basajaun) e incluso de brujería y tarot, una combinación que a algunos lectores, entre los que me encuentro, nos resultó de difícil digestión. Para: Los que les gustó la novela de Dolores Redondo Juana Samanes