Durísimo drama protagonizado por un niño de doce años, Zaim, que sobrevive malamente en las calles gracias a su valor y su ingenio, hasta que decide denunciar a sus padres por haberle dado la vida.

Nominada en la categoría de Mejor película de habla no inglesa por Líbano y Ganadora del Premio del Jurado en el Festival de Cannes, la última propuesta de la directora Nadine Labaki muestra la faz más amarga de la Tierra, la de los niños desheredados, que son explotados laboralmente e, incluso, vendidos por sus padres, que no conocen el cariño.

Rodada con un estilo tan hiperrealista que casi duele, sirve también para constatar el abismo entre cómo viven los habitantes de los denominados Primer y Tercer mundo.

El trabajo del niño protagonista (Ain Al Rafeea) es impresionante y, gracias a la verosimilitud que imprime a su trabajo, los espectadores recorren con él un viaje emocional que no deja indiferente.

Una película de denuncia que, ¡ojalá! sirva para remover conciencias sobre los millones de niños que son explotados laboralmente y que viven en condiciones infrahumanas.

Para: los que sigan con atención las películas nominadas a los Óscar