En la tranquila Centerville pasa algo raro. Las horas de luz solar se están volviendo impredecibles y los animales se comportan de forma extraña. Pero lo peor está por llegar: los muertos ya no están muertos y atacan salvajemente a los vivos para devorarlos, por lo que los lugareños deberán prepararse para sobrevivir.

El cine del director Jim Jarmusch nunca deja indiferente; es de esos profesionales cuyo trabajo se ama o se odia, porque su visión cinematográfica es bastante singular, aunque ha firmado obras maestras como Paterson, donde logró el aplauso unánime por su calidad.

Los muertos no mueren resulta su particular acercamiento al género zombi, inoculado de mucho humor, ya que hablamos de una comedia de terror con todos los lugares comunes de dicho género pero salpimentados con los diálogos ingeniosos de Jarmusch, que provocan situaciones descacharrantes incluso cuando la casquería tiene una papel destacado.

Jarmusch ha logrado, además, en esta película incluir a sus actores-amigos favoritos, habituales en sus films, como Bill Murray, Adam Driver, Chloë Sevigny, Tilda Swinton o Steve Buscemi además de otros que interpretan pequeños papeles, casi cameos, como es el caso de Selena Gómez, que encarna a una bella hípster de Cleveland. Estamos ante un reparto coral.

Cuenta con situaciones sorprendentes y surrealistas hasta su desenlace y, al fondo, una feroz crítica al consumismo sin olvidar pegarle una patada a Trump.

Para: los que les atrape el cine de Jim Jarmusch.